MEDICINA

 

TOXOPLASMOSIS EN LA EMBARAZADA

Continuo en este cuarto número de la revista, con otro problema infeccioso de interés general y que tiene un seguimiento especial en la embarazada: la toxoplasmosis.

El Toxoplasma gondii es un protozoo, que parasita al ser humano y cuyo huésped definitivo es el gato, el cual alberga al parásito en el tubo digestivo y lo expulsa por las heces en forma de ooquiste, los cuales son infecciosos. Los roedores, cerdos, bovinos, ovejas, cabras, pollos y otros mamíferos son huéspedes intermediarios y portadores de una forma infectante del parásito en los tejidos.

Por tanto los mecanismos de transmisión serán por comer carne infectada cruda o insuficiente cocida o más frecuentemente por la ingesta de ooquistes infectantes en distintos productos y aguas contaminadas (contacot con heces de gatos). Otra tercera vías sería por la infección de la mujer embarazada y su pase al feto a través de la placenta (vía transplacentaria).

En general la infección por este microorganismo es asintomático y sólo excepcionalmente se manifiesta como enfermedad. En adultos las formas clínicas más frecuentes son adenopatías sobre todo en zona cervical, acompañado de fiebre, dolores musculares y exantemas generalizados. Se suele curar de forma espontánea. Muy rara vez se producen formas más graves.

Por tanto, el mayor interés de esta infección desde el punto de vista de la patología humana se centra en la infección del feto, tema que nos ocupa, y en el enfermo inmunodeprimido. En este último caso afecta sobre todo a pacientes con SIDA, linfomas, leucemias y transplantes de órganos.

La transmisión de la infección de la madre al feto ocurre por vía sanguínea en casos de infecciones agudas. Durante el primer trimestre de embarazo la posibilidad de transmisión de la enfermedad presenta una baja frecuencia, siendo la patología en el feto muy grave; por el contrario en el tercer trimestre la presentación es más leve. Se han descrito muy variados cuadros clínicos, desde formas inaparentes, a distintas manifestaciones, incluyendo la llamada triada clásica: afectación ocular (coriorretinitis) y afectación cerebral (hidrocefalia y calcificaciones), que conllefa a la aparición de retraso mental de muy distinto grado. Como he mencionado anteriormente la afectación dependerá de la edad gestacional, siendo enfases muy avanzadas la enfermedad fetal muy leve o subclínica y las manifestaciones tardías.

El diagnóstico de esta enfermedad se realiza mediante la determinación de anticuerpos de la clase IgM e IgG en sangre del paciente. Los primeros en formarse serían de tipo IgM, indicando su presencia una infección reciente, ya que no persisten positivos y tienden a desaparecer en unos seis meses. En segundo lugar aparecen los anticuerpos IgG que son detectables durante toda la vida del paciente.

La presencia de anticuerpos maternos antes de la concepción la protege contra nuevas infecciones por este protozoo e impide que durante el embarazo el niño sufra una norma congénita de la enfermedad. Si estas pruebas fueran negativas, es decir no se detectaran anticuerpos en sangre, las embarazadas deberían ser controladas al menos mensualmente mediante la realización de análisis serológicos.

Por tanto las embarazadas que no posean anticuerpos contra T. Gondii, han de prevenir la infección tomando una serie de medidas higiénico-dietéticas, como son:

Es preciso cocer totalmente la carne de consumo, así como lavar escrupulosmente las manos después de manipular la carne cruda o bien utilizar guantes.

  Utilizar guantes cuando se esté en contacto con el suelo posiblemente contaminado o se realicen tareas de jardinería, lavándose siempre posteriormente las manos.

  Las frutas y los vegetales pueden estar infectados directa o indirectamente por el agua, por tanto se deben lavar muy bien antes de su ingestión. 

A los gatos se les dará alimentos secos, enlatados o hervidos y no se les premitirá que cacen ni coman desperdicios de los basureros.

Evitar el contacto directo con las heces de los gatos, no ocupándose de la limpieza de la caja donde el gato las deposita, ni estar en contacto con ese animal si se desconoce lo que ha comido.

Evitar que los gatos callejeros tengan acceso a los cajones o montones de arena en los que juegan los niños.

En cuanto al tratamiento, al existir un peiodo de tiempo entre la infección materna y la afectación del feto, cuanto antes se realice el diagnóstico, más rápida será la instauración del mismo y por tanto más posibilidades existen para que este se efectivo.

 

Rosario Aretio Najarro