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Exigencias de la
Estación De Penitencia

Queramos o no, la Estación de Penitencia es un "espectáculo". Tiene fuerza. Tiene garra para convocar a Sevilla entera y lanzarla a la calle y aguantar paciente y expectante las incomodidades, el cansancio, el sueño. Para un forastero, todo es lo mismo una Cofradía lo mismo que la otra. Para un sevillano, cada una tiene su historia, su peso específico, su significación para él.. Todas las estaciones de penitencias no son "todas" es cada una de ellas en particular.

Los elementos de la Estación de Penitencia son variados. Está la labor catequética de los hermanos costaleros. Se puede predicar de muchas formas y maneras: con la palabra, con la mera presencia, con el gesto, con el testimonio. El costalero predica con la imagen. Porque esto es una Estación de Penitencia: imágenes, como una imagen vale por 2.000 palabras... el costalero si sabe lo que hace, sí sabe lo que lleva y puede ser y debe ser uno de los catequistas más especiales y significados. A los pasos los levantan los hombres, sí. Pero a los hombres los levanta el alma, la piedad. Y este debe ser el testimonio del hermano costalero: la piedad.

Y el otro hermano, el nazareno, el que forma fila. El que lleva la Cruz. El que organiza los tramos profesionales. El que alumbra a la noche con el cirio. El hermano que se ve. Al que se le oye. Este es el gran responsable de que la estación de penitencia además de a vela e incienso... huela a piedad.

Sereno. Recogido. Atento a la ronda interior, a la procesión de Cristo por su alma... Siempre se ha dicho que el porte exterior es el reflejo del porte interior. Cuando el nazareno "procesiona" sin espíritu, es su estampa, la de un punto mismo que va y viene llamando la atención pero sin llamársela a sí mismo. Tan solo aquel que se ha dejado impresionar por Cristo puede impresionar cristianamente a los demás. Y de esto se trata en la estación de penitencia, en cuanto que esta es una manifestación exterior: impresionar cristianamente para que la gente pase desde la impresión a la comprensión. Desde el alejamiento a la cercanía.

Se le pide poco y a la vez mucho al nazareno. Poco: que se ponga a disposición de Cristo. Mucho: que caiga en la cuenta de la responsabilidad cristiana que pesa sobre él.

Se ha dicho que los que sentados o a pie contemplan el paso de la estación de penitencia serán lo que sea el que la procesiona. Creo que esto es mucho pedir y quizás mucho decir. Pero lo que sí es necesario es que el nazareno no se deje llevar ni abrumar por lo que le llega de fuera.

Cuando de las filas salen exigencias de silencio y de recogimiento... puede ser que no todos reciban la lección. Pero no dejará de haber quienes adviertan que cuando el nazareno va así, y así se comporta es porque algo grande está pasando dentro de él.

Porque no es sólo el buen nombre de la Hermandad lo que debe motivar al hermano primariamente. Es, ante do y sobre todo, el decir con los hechos y actitudes que "aquello" es algo perfectamente serio y perfectamente cristiano.

José Carlos Campos Camacho