ARTÍCULOS VARIOS

 

Sobre los cráneos trepanados en épocas prehistóricas

En el ultimo numero de una Revista de nuestra especialidad, Neurosurgery, entre los sofisticados trabajos en ella contenidos aparece un estudio sobre 115 cráneos, de la Época Neolítica, hallados en la región alemana de Mecklenburgo; en su estudio multidisciplinario tomaron parte especialistas de Neurocirugía, Radiología e Historia, realizando exámenes microscópicos, radiológicos, endoscopicos y de imagen con Resonancia Magnética y Tomografía Computerizada; de los 115 cráneos, 31 presentaban defectos óseos de diferentes etiologías, traumática, infecciosa, etc.; pero en 6 casos concluyeron que el defecto se debía a una trepanación a la cual habían sobrevivido varios años.

 Estos hallazgos se suman y corroboran otros muchos que desde finales del siglo pasado se han sucedido en casi todas las partes de mundo. En la Península Ibérica, el Prof. J. Zaragoza Rubira, actualmente Catedrático de la Universidad Hispalense, se ocupó del tema en los años 60 y con motivo del III Congreso Europeo de Neurocirugía, celebrado en Madrid en 1967, publicó un valioso trabajo sobre las trepanaciones prehistóricas en la Península Ibérica. El mapa de la Fig. 1 muestra la localización topográfica de los hallazgos, 30 cráneos en total, en yacimientos del periodo Neolítico, es decir en el periodo del Año 3.000 al 1.900 a. J.C. Por la extensión geográfica de los descubrimientos, puede afirmarse que el hombre primitivo trepanaba a sus semejantes en los cinco continentes, con técnicas y por motivos muy parecidos y que, incluso algunos pueblos, lo han seguido haciendo casi hasta nuestros días como los serbios de Albania y Montenegro, los árabes chaouias de Argelia ó los maories de Nueva Zelanda.

Es muy notable la abundancia de estos hallazgos en el Perú arcaico, zona de Paracas, con una antigüedad de unos 3.000 años y anterior por tanto a la civilización incaica. Una excepción en estas practicas la constituye la civilización egipcia; todos hemos leído la historia, de Sinue, el trepanador real donde se da por sentado que los faraones eran trepanados en el momento de su muerte para dar salida al  <<alma>>.

Este relato literario de Mika Waltari es pura ficción, sin confirmación histórica. Por el contrario siempre a llamado la atención de los arqueólogos el no encontrar cráneos trepanados en las excavaciones egipcias a pesar de haberse desenterrado miles de momias en perfecto estado. Tampoco en el papiro de Smith, 700 años a.J.C., que es copia de un tratado de cirugía muy anterior, no se habla de la trepanación en ningún capitulo.

En cuanto a las técnicas empleadas en tan remotas épocas para trepanar el cráneo, parece se r que eran bastante homogéneas a pesar de la variedad de culturas y lugares donde se realizaron. Donde están mejor documentadas es sin duda en los yacimientos peruanos, por haberse encontrado, en primer lugar, un gran numero de cráneos trepanados en las cuevas de Paracas a la par que numerosos trépanos de obsidiana con mangos de madera.

En el Congreso Mundial de Ciencias Neurológicas, celebrado en Bruselas, en 1957, tuve ocasión de ver un documental cinematográfico, realizado por neurocirujanos peruanos, que utilizando dichos instrumentos trepanaron a un traumatizado craneal para evacuar un hematoma. Ni que decir tiene que lo único arcaico eran los instrumentos usados pues, por lo demás utilizaron los modernos procedimientos de asepsia y anestesia. La hemostasis del cuero cabelludo la lograban con un torniquete de cuerda que abarcaba circularmente el cráneo. Los cuchillos y trépanos de obsidiana eran muy cortantes, como demuestra que el tiempo empleado en la operación no fue superior a media hora. El cierre de la incisión la lograban acercando los bordes por entrecruzamiento del cabello. Por tradición oral se sabe que, para este cierre, también emplearon cabezas de hormigas gigantes cuyas pinzas hacían de grapas y permanecían cerradas después de decapitarlas.

Como anestesia, los pueblos preincaicos y los incas, utilizaban las hojas de coca masticadas ó en infusión. En Europa y en otras zonas geográficas, empleaban el vino, la mandrágora y el opio. Con los cuchillos ó trépanos de obsidiana ó silex, para lograr perforar la calota craneal, utilizaban varias técnicas de rascado y perforación girando alternativamente los instrumentos, en uno u otro sentido, a partir de un centro; así lograban orificios cónicos de bordes regulares y diversos tamaños. La aposición de una serie de ellos daba lugar a amplios defectos óseos (Fíg 3). También realizaban cortes limpios longitudinales en ángulo recto y cruzados, delimitando una zona craneal con parcelas que levantaban como esquirlas (Fíg 4). Los incas, para esta técnica, además de los cuchillos de obsidiana, manejaban otro instrumento, el famoso Tumi que era una aleación de oro, plata y cobre. En estas intervenciones parece evidente que respetaban cuidadosamente la membrana externa envolvente del cerebro, la duramadre; la observación de muchos traumatismos craneales les había enseñando que la rotura de la misma con salida de liquido cefalorraquídeo, conducía casi siempre, a la muerte.

Llama la atención que la zona más frecuentemente trepanada era la región parietal izq. , sobre todo en varones; podría explicarse esta preferencia pensando que los pacientes eran trepanados para levantar hundimientos traumáticos sufridos en combates, y producidos por hachas ó garrotes, manejados por enemigos, mayoritariamente diestros. El levantamiento de estos hundimientos, extirpando los fragmentos y regularizando los defectos, fue sin duda la indicación primaria de la trepanación por la curación ó mejoría que obtenían de los síntomas como parálisis cefaleas o epilepsia.

Por extensión, pero con indicaciones mayormente mágico religiosas, aplicaron la trepanación a enfermos no traumatizados que sufrían de grandes cefaleas, de convulsiones, delirio y agitación para dejar escapar a los malos espíritus causantes de la enfermedad. En las culturas peruanas chimú y chancay además de las deformaciones craneales de los niños, hechas por motivos rituales, también practicaban, trepanaciones o lesiones crónicas por rascado, siempre realizadas en las región media occipital.

Todavía debe reseñarse que muchos de estos pueblos no solo trepanaban a los vivos sino también a los muertos, para obtener <<discos>> que se colocaban en el cuello como amuletos.

Por esta sucinta descripción del arte de trepanar que han practicado casi todos los pueblos primitivos de nuestro planeta, puede afirmarse que tempranamente establecieron una relación del cráneo con diversas patologías, que ya hemos mencionado. Pero llama poderosamente la atención la falta de interés por el contenido de la caja craneal y por tanto el conocimiento de la anatomía y funciones del cerebro; esto pudo ser debido por las limitaciones físicas para exponerlo y observarlo en su conjunto, al contrario de lo que sucedía con otras vísceras como el corazón etc. El famoso Vesalio todavía pensaba que la función del encéfalo era la producción de moco ó pituita que se acumulaba en la hipófisis (glándula pituitaria), de donde drenaba a las fosas nasales. Ha sido necesario el paso de los siglos para conceder al encéfalo la máxima jerarquía de nuestro organismo. Los grandes avances que se han producido sobre todo en el siglo que acaba, nos han dado a conocer el asentamiento en 41 de las funciones motoras, sensoriales, sensitivas, psíquicas. El siglo venidero, sin duda será el siglo del cerebro, como lo a sido la década que ahora acaba. Técnicas que globalmente denominamos de imagen, nos permiten ver en tiempo real, en la pantalla, activarse determinadas zonas a diversos estímulos motores o sensoriales; pero el reto actual lo constituye lograr lo mismo con funciones psíquicas como la inteligencia, el carácter, la conducta, las emociones, los sentimientos, es decir lo que en conjunto solemos llamar personalidad y que podrán ser mapeadas, cualificadas y cuantificadas sin precisar, como hasta ahora, farragosos test; si se logra, el siguiente paso sería la modificación de sus desviaciones patológicas. Aunque parezca pasarse a la ciencia-ficción probablemente un simple casco con electrodos pueda lograrlo. Las aplicaciones éticas, filosóficas, sociales y religiosas que se deriven de estas investigaciones son imposibles de prever: ¿Desaparecerán, ó ya lo están haciendo nociones consideradas como hasta ahora ligadas a libre albedrío, como la culpa el bien o el mal?.

El cerebro del hombre está siendo estudiado por su cerebro y podemos preguntarnos si tendrá capacidad para hacerlo o por el contrario llegara un momento en que, de no lograrlo, de algún modo pedirá ayuda a algún ente ó ser superior comenzando un nuevo periodo de sacralización de la humanidad tan rápidamente desacralizada en nuestro siglo por la cultura occidental dominante en el mundo.

Largo ha sido el camino recorrido por el hombre desde que en el periodo Neolítico trepanaba a sus semejantes por motivos , muchas veces mágico religiosos hasta el momento actual en que aún conociendo mucho de su órgano pensante queda sin duda un largo camino sin recorrer y sigue vigente la misma pregunta que siempre se ha planteado la humanidad: Quien somos, a donde vamos y de donde venimos.

BIBLIOGRAFIA

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Hispalis Médica, nº 186. Dic. 1959

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Weiss, P.
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Texto de Patología. Pelayo Correa y otros
La Prensa Médica Mexicana
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Zaragoza Rubira, J.R.
La trepanación en España
Lopez Piñero, J.M.
Editorial Técnica Española 1.96
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Dr. P. Albort Lasierra