El temor a los posibles abusos ligados a los
resultados de la investigación génica, llevó a
la Organización de las Naciones Unidas
(ONU), a convocar a expertos de todo el
mundo para unificar criterios y opiniones,
hace ya años.
La UNESCO asumió la tarea y constituyó
el 1993 el Comité Internacional de Bioética,
presidida por Nöelle Lenoir. Tras cuatro años
de deliberación, presentaron el borrador de
la Declaración Universal del Genoma Humano
y los Derechos Humanos, refrendada posteriormente,
por la Conferencia General de la
Unesco.
Allí se explicita: " nadie será sometido a
discriminación basada en características genéticas
que tengan por finalidad infringir o
tener el efecto de infringir los derechos humanos,
las libertades fundamentales y la libertad
humana".
Este documento, el primero en su clase,
establece las normas o bases éticas universales
en el campo de la investigación genómica
humana, para proteger a la propia especie.
El secretario de la Conferencia Episcopal
para la Doctrina de la F e Católica, ha advertido
que " decir que el secreto de la Humanidad
está en los genes es apresurado e infundado.
L a DIGNIDAD humana no está en
ellos. Es una convicción filosófica y moral que
tiene sus fuentes propias y válidas por sí mismas
y no dependen del empirismo científico.
Por tanto, el haber descifrado el genoma
ayudará a entender la vida, pero no aportará
nada, cualitativamente, a la comprensión de
la vida humana, de la que ya la filosofía y la
fe han aportado sus claves.
Para el portavoz, a mayores conocimientos,
mayores responsabilidades, por lo que
habrá que estar alertas para que el genoma
se utilice para la prevención o cura de enfermedades,
pero no para transgredir la dignidad humana con prácticas como la mal llamada
clonación "terapéutica" o con la discriminación
de personas por su riesgo de enfermedades
derivado de su patrimonio genético.
La secuenciación del genoma sólo representará
un auténtico progreso si llega a estar
a disposición de todos los países del mundo.
Aunque cada uno de ellos deberá contemplar
en su escala de valores/prioridades, sus deseos.
Al analizar las repercusiones éticas del
"efecto" genoma los expertos tienen presente
el antecedente nazi. El rechazo provocado
por los experimentos nazis, se nota, especialmente,
en Alemania, donde la legislación de
postguerra prohibe cualquier tipo de investigación
genética en humanos. En realidad,
hoy día, nadie contempla seriamente un retorno
a las prácticas nazis. Las formas de discriminación
adoptan perfiles más sutiles y
moderadas.
Por ejemplo, existe la posibilidad, ya
aventurada en Inglaterra, de que las compañías
de seguros médicos utilicen la información
genética para decidir si conviene asegurarlo.
P or ejemplo, a descendientes de enfermos
con Corea de Huntington (gen defectuoso
en el cromosoma 4). O la sanidad pública
para mantener tratamientos costosos. O
las aseguradoras de automóviles. O las empresas
en general si contratan a un potencial
empleado.
Más sutil aún es la utilización de los conocimientos
en las eventuales aplicaciones tras
un diagnóstico prenatal, para impulsar un
eugenismo en el ámbito general, con un consejo
para la elección del sexo y la eliminación
de caracteres no deseados de los bebés aún
en el claustro materno, el denominado bebé
a la carta. Aunque siempre la Naturaleza, en
su sapiencia, reacciona y nos lleva a todos al
buen camino.
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